LA CIUDAD DE LOS SUECOS


Soy un habitante de las afueras de ese Madrid que ya por estas latitudes del Norte decidió hace tiempo dejar de parecerse a sí misma.
Saliendo de casa y, seguramente mientras sufro un atasco, miro en lo que se ha convertido esa obra máxima de nuestra especie, esas CIUDADES QUE TANTO CUENTAN DE NOSOTROS.
Y, mirando cada día por la ventanilla, vuelvo a pensar si todo esto no se parecía DEMASIADO a tantos otros lugares que, más o menos lejos de aquí, ya había visto antes.
Ortega decía algo fantástico sobre todo esto: Si se intenta implantar el estilo de vida sueco en España, lo normal es que no funcione por una falta evidente de suecos. Así son los genios, claros, y además con sentido del humor.
Algunos otros, que dedicaron su vida al estudio y raras veces a la ejecución de la Ciudad aseguraron siempre que ésta ha sido el mayor fracaso de la Arquitectura del siglo XX.
En efecto, a día de hoy, y con una mínima perspectiva sobre el siglo anterior, cabe preguntarse si realmente es mejor la ciudad de hoy a la de ayer. Si, de veras, hemos conseguido que alguien sea más feliz en estas CIUDADES MODERNAS.
Y es que la Ciudad es y ha sido difícilmente debatible.
Mientras se convocaban concursos internacionales de ideas para resolver casos concretos, la ciudad ha permanecido y permanece absolutamente ajena a toda discusión. Y así, familiarizándonos todos con nombres de ganadores de concursos ,arquitectos fantásticos y en cómplices en ocasiones, seguíamos sin conocer a quién exactamente correspondía el honor de obras como Sanchinarro o el PAU de Las Tablas.
Hemos permitido que otros dejasen de lado todas las ideas sobre aquello que la ciudad PODRÍA HABER SIDO para encajar a ésta en un ámbito estrictamente mercantil y normativo.
La ciudad ha sufrido más que nada la existencia de una mentalidad caduca y reduccionista que ha CONTAMINADO, a base de ordenanza, las posibilidades de una ciudad que generase una sociedad mejor. Hemos conseguido vivir, después de todo el siglo XX en ciudades peores que las del siglo anterior.
Y, ¿no consigue al mismo tiempo esta ciudad inconexa y fragmentada generar sociedades igualmente inconexas y fragmentadas? Quizás no sea importante la ciudad en sí misma, sino el tipo de individuo que ella acabe generando.
Quizás por una vez, consigan que todos parezcamos un poco más suecos.

escrito por Jaime Sanz de Haro

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