En la última semana ha sido protagonista la actuación
del ministro Wert en relación a la supresión, finalmente postergada, de la
ayuda proporcional que otorga el Estado a los estudiantes que disfrutan de una
Beca Erasmus en el extranjero.
De la mano de Wert, que ha venido esforzándose los
últimos casi dos años en
convertirse a sí mismo en una institución chabacana y rancia, que ha logrado
representar los peores comportamientos del político español vulgar, de medio
pelo e insensible, ha llegado hasta la primera plana un ejemplo más de la
ceguera intelectual que define a los que nos gobiernan.
Personajes como Wert representan la institucionalización de la cortedad de
miras, de la falta básica de los recursos intelectuales imprescindibles para
tomar decisiones de calado y, por encima de todo, una profunda falta de
inteligencia.
La Beca Erasmus, que muchos de nosotros disfrutamos
en los últimos años es, con mucho, una de las mayores medidas sociales que Europa
ha sabido inventar, una de las mejores estrategias de cohesión cultural a nivel
continental, y la oportunidad, para muchos, de romper las fronteras de su
futuro profesional. NUNCA, CON TAN
POCO SE HIZO TANTA EUROPA.
El Erasmus ha sido y es, fundamentalmente para países
periféricos como el nuestro, el hilo de contacto voluntario que nos han tendido
hacia una realidad cultural e idiomática distinta, que ha colaborado
definitivamente en nuestra evolución social y cultural, y que ha ayudado, más
que ninguna otra cosa, a paliar clichés estúpidos y superficiales que teníamos
sobre los demás y que tenían sobre nosostros.
Países como el nuestro, que exporta a trabajadores
diariamente a los mismos países donde se suelen desarrollar las Becas Erasmus,
debería escandalizarse ante la
posibilidad planteada por las altas instituciones europeas de acabar con esta
oportunidad. Jamás, colaborar con su supresión.
Países como el nuestro en el que muchas personas sólo
encuentran oportunidad y esperanza laboral fuera de nuestras fronteras debería
comprender, más que ningún otro, que muchos de los que estamos fuera hemos
conseguido estarlo, precisamente, porque un día se nos dio la oportunidad de
disfrutar de una Beca Erasmus y, con ello, de aprender un idioma en el
extranjero.
La cortedad de miras hará que, personas como el
ministro Wert y todos los que aplauden sus absurdas decisiones, califiquen
de hedonista y superficial el
mantenimiento de becas como esta.
Ellos, fáciles de distinguir porque son los mismos que califican de vagos a los
profesores que educan a sus hijos o a los médicos que les curan cuando están
enfermos, marcan, con su cortoplacismo y su cortedad de miras, el paso de este camino desdireccionado que nos hace andar, sin saber a dónde
se quiere llegar.
Basilea, Noviembre de 2013
Basilea, Noviembre de 2013
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