::IN DISCOURSE WE TRUST:: Una reflexión sobre la importancia del discurso en el arte y el capitalismo contemporáneos. por Jaime Sanz de Haro




Recuerdo como en los principios de mi vida como arquitecto algunos maestros del pasado  nos contaron su obra sin el mayor atisbo de exageración. Eran conferencias sencillas, en absoluto simples, que casi por el exceso de voluntad de contar las cosas objetivamente, caían en la mera explicación. Su obra, mostrada en antiguas diapositivas de planos y fotografías, era en sí misma una provocación a la reflexión. El discurso estaba implícito en la obra arquitectónica y en la misma acción de hacer.  

Una generación más tarde, los fenómenos contemporáneos de globalización económica y su consecuente globalización informativa no permiten confiar todo el valor del proceso intelectual en el mismo acto de hacer ( en la acción )  y deben ser sustituidas por el acto de contar (el discurso). Así, en el contexto de una sociedad sin tiempo y rodeada de estímulos excesivos, el discurso se convierte en uno de los principales síntomas de la situación contemporánea. El creador de cosas, de acciones artísticas,  que se encuentra sin él vacío y desnudo ante la inconmensurable presencia de productos artísticos, reacciona otorgando al discurso el poder absoluto de capacidad para marcar la diferencia entre obras considerablemente parecidas. Es en la conciencia del exceso evidente de producción, de ese hacer  desmesurado, donde el discurso pasa a tomar un papel fundamental en la creación y en la comercialización de la obra, llegando incluso a tener una importancia mayor que la obra en sí. De esta manera, entendiendo la comparación entre un pasado basado en acciones y un presente basado en discursos,  y pensando en la evidente afección que ha tenido sobre nosotros la crisis económica actual, llegamos a la conclusión de que en una situación de menor producción, se otorga una importancia exponencial al fenómeno del discurso sobre lo (poco) que se hace.

Situándonos por tanto en el marco del tardocapitalismo contemporáneo, entendemos el discurso no ya como el motor previo a la creación de una acción, sino como una herramienta de márketing comercial que provoca que la propia acción artística tenga que estar necesariamente incluida dentro de los límites de lo vendible y lo evidentemente aceptado. La acción artística deja por tanto de responder a una necesidad última basada en la crítica para pasar a dar respuestas a los paradigmas cool de las clases intelectuales dominantes. Cabe por tanto plantear la pregunta de si estamos tan necesitados de una manera de contar las cosas que, de tan indirecta y en ocasiones simulada, elude algunas de las cuestiones que lograron convertir al arte en una herramienta imprescindible de reflexión conjunta y  de puesta en crisis de los preceptos establecidos.

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